De la Val Padana a la Pampa Gringa
Como observamos, la emigración más caracteristica de este periodo y la más numerosa fue aquella que procedía del Piamonte y la Lombardía occidental. Un retrato de estas regiones puede ayudar a comprender esta nueva fase del proceso migratorio,
Hacia 1861 el Piamonte y la Lombardía presentaban características ambiguas propias de las áreas en vías de transformación. Su situación distaba tanto de las zonas ya industrializadas del continente europeo como de la mayoría de las zonas italianas (con excepción de Liguria) y se asemejaba a otras áreas europeas en un estadio de desarrollo intermedio de desarrollo como el Delfinado, Normandía o Baviera. Tomado sólo un dato que puede indicar algunos de los progresos alcanzados por esas regiones, la tasa de analfabetismo de los varones de veinticinco años o más era, en el momento de la unidad de Italia, del 47% en el Piamonte y del 54% en Lombardía, contra el 86% de la Puglia o el 87% de Calabria y una media de todo el reino de 72%.
Detengámonos en el Piamonte, que no solo fue la segunda región migratoria italiana en números absolutos tomando todos los destinos en el periodo 1876 – 1914, detrás del Véneto, sino que en mismo lapso ocupo el primer lugar de la migración dirigida hacia la Argentina. Lo primero que se puede observar es que era una región casi exclusivamente agrícola. La composición de sus principales exportaciones (arroz, seda, vino), la distribución de la población económicamente activa (40% se dedicaba a las labores agrícolas) el escaso grado de concentración urbana (solo el 20% de los habitantes vivía en ciudades de mas de seis mil personas) mostraban a las claras la preponderancia de la economía agraria. La larga inserción del Piamonte en los circuitos comerciales europeos desde el siglo XVIII había impulsado una cierta modernización del tejido productivo, aunque los efectos no eran uniformes, ni profundos, salvo algunas áreas específicas. Por ejemplo el rendimiento promedio por hectárea era de 9 hectolitros para el trigo contra 32 de Gran Bretaña, lo que muestra los límites de la revolución agraria. Sin embargo en el último cuarto del siglo XIX, cuando comienza a crecer el flujo migratorio hacia la Argentina, la región estaba en acelerada transformación, como resultado de mediano plazo de la política económica “liberalista” (con sucesivas rebajas de las tarifas aduaneras) y del proceso de desarrollo de la red ferroviaria que constituía poco después de la migración, la única red orgánica de toda la península. Ese proceso había acelerado la integración del Piamonte en la economía como exportador de materias primas y la transformación tecnológica en especial en la llanura irrigada.
Una característica excepcional que presentaba el Piamonte que la acercaba a la Liguria y la alejaba de la Lombardía. Era la extremada división de la propiedad con un altísimo porcentaje de pequeños propietarios sobre el total de personas adscriptas a tareas agrícolas. Mientras en el Piamonte existía un propietario cada siete habitantes, en la Lombardía había uno cada diecisiete. El cuadro debe con todo, ser matizado internamente a cada región. Además de la diferencia más general entre zonas de llanura, de colina y de montaña (a medida que se eleva en altura, las tierras son más pobres y están más fraccionadas, los métodos de cultivo son más rudimentarios y el índice de analfabetismo es más elevado) deben considerarse las distinciones entre las provincias. El área Novara-Vercelli era el gran polo agrario paduano de la llanura irrigada. Basado en el sistema de arrendamientos que producían para la exportación, allí se presentan los mayores índices de modernización (la producción de trigo por hectárea trepaba a los 15 hectolitros).
En cambio en las provincias de Cuneo y Alessandria en el Piamonte y de Pavía en la Lombardía, tan importantes en la emigración a la Argentina, predominaba la pequeña propiedad (en las dos primeras existía un propietario cada cuatro hectáreas, contra uno cada quince en Novara).
Desde luego que en la Lombardía y el Piamonte la emigración no era un fenómeno nuevo sino que las atravesaba desde hacía mucho tiempo. Además de los tradicionales movimientos de la montaña a la llanura existían aquellos que desde esta o desde las áreas de colina se dirigían (en grandes números en el siglo XVIII) hacia la región sudoccidental de Francia en el caso del Piamonte, hacia Suiza y el centro de Europa en el caso lombardo. Emigraciones temporarias en la mayoría de los casos y no sólo de trabajadores agrícolas sino también de ciertas profesiones urbanas como la industria de la construcción. Pero también esas regiones estaban atravesadas por movimientos inmigratorios y recibían mano de obra de otras partes en tiempos de la cosecha
En los años centrales del siglo XIX (entre 1840 y 1870 aproximadamente) la población de esas provincias, y más en general del Piamonte y la Lombardía occidental, estaba en sostenido aumento y en proceso de fragmentación de la propiedad y la presión fiscal del omnívoro Estado italiano posterior a la unidad; sobre este último puede recordarse emblemáticamente el odioso impuesto a la molienda (“macinato”) establecido en 1868 (“tassa eminentemente affamatrice del povero”, como la llamó un diputado italiano) que generó protestas y desórdenes. En ese contexto, esas áreas fueron desde luego surcadas por movimientos emigratorios, pero inicialmente no tan tensos como la Liguria. La causa debe buscarse en que todo ello coincidía con una fase de crecimiento de los precios y beneficios agrícolas y con la expansión de algunos cultivos, como la viticultura, o con la cría del gusano de seda. Además aunque buena parte del surplus agrícola fue confiscado impositivamente por el Estado italiano para la construcción de infraestructura, en esa fase los sectores rurales de las regiones consideradas pudieron encontrar una fuente de ingresos adjunta con la difusión del trabajo a domicilio por cuenta de comerciantes-empresarios.
Sin embargo, las cosas comenzarían a cambiar aceleradamente a partir de la segunda mitad de la década de 1870. El primer signo fue la continuada caída de los precios agrícolas ante la creciente competencia internacional que la revolución de los transportes y el consecuente abaratamiento de los fletes que provocaba. Por ejemplo el precio del arroz cayó 20% entre 1880 y 1885 y el del trigo algo más del 30% en el mismo lapso. En este último caso se trataba de trigo otomano y del trigo ruso, que antecedían el arribo americano en el que la Argentina pronto tendría un lugar relevante. Si la economía agraria del Piamonte y la Lombardía no padeció tanto como otras regiones de Italia el proceso de unidad, ya que estaba bastante integrada precedentemente a la economía europea, en cuyo contexto de producción era competitiva, las cosas serían muy distintas cuando debió enfrentar a la producción extraeuropea que producía en unidades mucho más grandes y con costos mas bajos, fuese por la fertilidad natural de la tierra, por los salarios, por el tipo de contrato agrícola o por los tributos.
La gran crisis de la economía agraria europea afectó primero y más intensamente a las regiones del norte de Italia, por estar mas integradas al mercado mundial y tener un tipo de producción (grano, arroz) mas vulnerable a la caída de los precios internacionales. De todos modos, la situación debió ser regionalmente matizada. Para los arrendatarios lombardos, aprisionados en contratos agrícolas de larga duración (siete a nueve años) parece haber sido particularmente significativa la abolición del curso forzoso en 1882, que implicó el pago de obligaciones en monedad revaluada en un contexto de caída de los precios externos. Para los pequeños agricultores de alta colina y montaña, tan numerosos en el Piamonte, la caída de los precios puede haber sido menos significativa que la continuación y profundización del proceso de fragmentación de la propiedad, la deforestación, la difusión del telar mecánico o la exacción monetaria por parte del Estado, ya presentes antes de la crisis. Sin embargo, también son los años 80 los que ven crecer fuertemente la industrialización en el triángulo noroccidental, lo que brindaba una alternativa a los trabajadores desplazados del sector rural. Para el Véneto, en cambio, los efectos fueron más devastadores ya que el impacto de la crisis de precios se sumaron catástrofes naturales, la enorme presión demográfica y la ausencia de alternativas en la economía urbana. Para las regiones meridionales los efectos de la crisis fueron mucho más lentos pero más duraderos en el largo plazo. La crisis internacional las afectaba menos por ser una economía menos integrada a la europea, con amplias cuotas de autoconsumo y con un tipo de producción para el mercado (viticultura y citricultura) que padecía menos la caída de precios. Sin embargo, para esas regiones todo se complicará a partir de 1887 – los años que el gran historiador económico Gino Luzzatto llamó “los mas negros de la economía italiana” -, cuando la ruptura comercial con Francia, que orientó a ésta a políticas proteccionistas, dejó sin destino exterior a los mayores rubros de la producción de aquellas áreas.
De este modo se daban todas las condiciones para que la emigración creciese. Ello no hubiera sido suficiente sin oportunidades en el exterior más prometedoras que las existentes en el lugar de origen. Las alternativas disponibles en ese momento eran muchas: dirigirse hacia los nuevos centros industriales del norte de Italia, recurrir a los antiguos circuitos migratorios europeos u orientarse hacia los nuevos destinos americanos. La Argentina presentaba entre éstos, y desde muchos ángulos, una situación óptima, en especial porque había ahora mucha tierra disponible y permitía realizar la misma tarea que en el país de origen y con procedimientos semejantes, al menos para los pequeños campesinos (todos los miembros de la familia trabajaban en ello). Una correlación positiva se puede establecer entre la curva de crecimiento de dos pilares de la pampa gringa, la exportación de cereales y la construcción de vías férreas, y la inmigración italiana. Sin embargo, también había varios obstáculos. El primero consistía en enterarse fehacientemente de las oportunidades existentes y del modo de llegar a ellas. Ciertamente existía mucha información acerca de destinos en el exterior, pero era bastante instrumental y poco confiable (como señalará en más de una oportunidad el representante entonces socialista Enrico Ferri en la Cámara de Diputados, la única información confiable eran las cartas de los inmigrantes; si ellas aconsejaban emigrar, se emigraba; si no, no).
El problema mas importante era el viaje, que era mas largo (y ello significaba muchos días sin trabajar), y el costo del pasaje, que era mucho más alto. Por ello si la Argentina era una posibilidad, no lo era para todos. La cuestión clave era como financiar la experiencia. Según las respuestas de los alcaldes del Piamonte en 1884 a una encuesta del gobierno italiano sobre la situación financiera de los emigrantes en el momento de la partida, ciento siete contestaban que solo tenían dinero para el pasaje, veintiséis que tenían para el pasaje y hasta 100 liras, diecinueve, para el pasaje y entre 100 y 300 liras y diecinueve más de 300 liras. Piénsese que un pasaje marítimo costaba alrededor de 200 liras y un jornalero agrícola podía ganar un mínimo de 1 lira a un máximo de 2 liras por día de trabajo lo que calculando de manera optimista unas 250 jornadas de trabajo al año, daba una suma de entre 250 y 500 liras. Si se piensa asimismo que un campesino dedicaba a la alimentación, según estimaciones de S. Somogyi, 76% de sus ingresos, puede claramente observarse que la experiencia transoceánica no estaba al alcance de todos, pero si lo estaba para los pequeños y aun pequeñísimos propietarios. Es quizás por eso que existe una correlación estrecha entre las provincia donde predomina la pequeña propiedad (vimos el caso de Cuneo, Alessandria y Pavía) y el mayor flujo migratorio relativo a medida que entramos en la década de 1880 (aunque por número absoluto fuesen más importantes Turín y Milán, también en aquellas era mucho mas importante la población). No se trataba sólo de que aquellas provincias estuviesen mas cercanas al puerto de Génova (lo que desempeña ciertamente un papel en los mecanismos de difusión de la información, que no eran de todos modos los mas importantes. Mas importante es que precisamente de esas áreas de pequeña propiedad, de esas y de otras regiones luego, es desde donde se producirá el mayor desplazamiento migratorio hacia mas allá del océano, ya que allí existían a la vez, la necesidad de emigrar y los medios para hacerlo.
Fuente: Historia de los Italianos en la Argentina - Fernando Devoto - Editorial Biblos